La epicondilitis
es un dolor en la cara externa del codo, en la región del epicóndilo.
A pesar de llamarse comunmente “codo de tenista”, sólo en un 5%
se relaciona con este deporte. Muchas son las actividades diarias en las que se trabaja con la musculatura del antebrazo. Curiosamente, pocas veces lo padecen los tenistas de élite, y es, bastante frecuente en deportistas aficionados. Lo que demuestra la importancia de un buen entrenador que corrija la técnica.
Las maniobras de
exploración física que sugieren el diagnóstico son la sensibilidad dolorosa
a la presión en la región epicondílea y el dolor con la extensión resistida de
la muñeca.
El término “tendinitis” o “epicondilitis” presupone una
naturaleza inflamatoria del proceso. Sin embargo, varios estudios han
demostrado que además de los cambios inflamatorios en el tendón, hay cambios en
el tejido (siendo éstos más significativos que la propia inflamación). Los
hallazgos histológicos que se han encontrado, incluyen desorganización y
degeneración de las fibras de colágeno, aumento del número de células
(fibroblastos y un tipo especial de células denominadas miofibroblastos) y
áreas con aumento de vasos sanguíneos.
La fisiopatología
de las tendinopatías se resume así: ante una sobrecarga del tendón, éste
reacciona con una respuesta vascular y fibroblástica que trata de reparar el
daño (sin participación significativa de las células del sistema inmunitario,
responsables de provocar la inflamación). Si el proceso de recuperación no
consigue su objetivo, aparecen zonas de tendinosis que facilitan la cronificación
del dolor. El origen del problema parece ser una respuesta reparadora
incompleta.
Algunas de las consecuencias
más importantes que puede tener son el atrapamiento del nervio 3º interóseo posterior (rama del nervio radial), la patología de la articulación radiocubital
(principalmente cambios degenerativos y osteocondritis disecante) y el dolor irradiado
de origen cervical.
A la hora del tratamiento,
son varias las alternativas que se tienen:
ÓRTESIS
Se han propuesto diferentes tipos: coderas, bandas de
compresión del antebrazo, muñequeras que limitan la extensión dorsal.... Las más
populares y mejor analizadas son las bandas de compresión del antebrazo. Su
objetivo es repartir las fuerzas de tensión que ejerce la musculatura extensora
creando un falso origen muscular distal al epicóndilo. Los estudios biomecánicos
muestran que la banda reduce la tensión en el epicóndilo y disminuye el dolor
durante la prensión.
FISIOTERAPIA Y EJERCICIOS
Se trabajaría con medidas antiinflamatorias, analgésicas (Frio,
Interferenciales, TENS), y reestructuradoras del tejido (Ultrasonidos, cyriax).
Además de ejercicios específicos, como son los estiramientos epicondileos y
epitrocleares, y contracciones de flexo-extensión de muñeca con resitencias.
INFILTRACIONES
Los estudios han demostrado la eficacia a corto plazo (menos de 6 semanas) en el
control del dolor, respecto al grupo de fisioterapia.
Sin embargo, el resultado a medio-plazo (6-12 meses) de un grupo de pacientes con
infiltraciones, y otro con fisioterapia, registró una evolución muy parecida. Existiendo el riesgo con las infiltraciones de
atrofia grasa, alteración de la pigmentación cutánea, y, excepcionalmente,
ruptura del tendón del extensor común (por endurecimiento del tendón). Además
se ha observado que pueden disminuir la producción de colágeno y la replicación
de los tenocitos.
Actualización 28 /12/2015. Estrenamos página web!
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